Con una T en una O hago todo bajo el Sol
Con un 6 y un 4 hago la cara de tu retrato. Con este fácil recurso generaciones de niños hispanohablantes han memorizado la forma esquemática de dibujar una cara en dos sencillos pasos. Así de fácil, así de complicado. Y es que nuestra manera de ver el mundo funciona de lo simple a lo complejo, superponiendo capas y capas de significado una encima de otra y creando imágenes conceptuales que nos permiten dotar a las cosas de un sentido.
Un ejemplo bien bonito de esto lo podemos encontrar en los mapas medievales, concretamente en los mapas O-T llamados así, precisamente, porque se forman, al estilo del 6 y el 4, con una T dentro de una O. Así:
Como podéis ver, el esquema tiene hasta cierta lógica (¡de ahí su potencia explicativa!). Una T dentro de una O que engloba el mapa de todo el mundo conocido. El Orbis Terrarum resumido en la unión de sus dos iniciales, una prueba perfecta del diseño racional del mundo. ¿Que os parece raro el mapa y no sabéis bien bien donde está cada cosa? Tranquilos, que lo giramos a ver si así suena algo más:
¿Ahora? Así de fácil, todo en su lugar. Europa arriba, África debajo, Asia a la derecha, con el mediterráneo en el medio. Esta ordenación de los puntos cardinales de los mapas O-T, que nos puede resultar tan rara, era de hecho la normal en la época e iba tal que así: oriens, meridie, occidens, septentrio. ¿Queréis pruebas? No hay más que estar un poco familiarizado con la documentación medieval para reconocer en esta serie de puntos el orden que se seguía normalmente para marcar las afrontaciones. Éstas eran las indicaciones que se daban para situar espacialmente una propiedad y que se consignaban por escrito en los documentos de compraventa para que no hubiera duda alguna de lo que se estaba vendiendo y comprando. Así, es típico encontrar fórmulas como este ejemplo catalán del siglo XIII:
Afrontat ab oriente in via que ibi est, a meridie in tenedone Guillelmi de Vilapecina, ab occiduo in alodio Sancte Cecilie, tenedone Amici de Solano, a circio in alodio canonice.
El origen de estos mapas en O-T se atribuye a Isidoro de Sevilla; al menos fue el primero en hablarnos de él en sus Etimologías. La O remite al círculo de lo existente mientras que la T – de nuevo el símbolo dentro del símbolo – aparecía a sus ojos como un remedo de la cruz. De manera simple se ordenaba el mundo a través de un sentido religioso y racional. Una idea afortunada que recorrerá la tradición cartográfica cristiana durante generaciones. Mirad algunos ejemplos; ¿a que es divertido ver como poco a poco pasan de lo esquemático a lo detallado sin salirse del guion?
Del esquema clásico isidoriano…
… a las representaciones de los Beatos…
… al mapamundi de Hereford de 1300.
O, incluso, este mapa de Jerusalén que, como no podía ser de otra forma en la ciudad que representaba la unión de lo celestial y lo terrenal, reproducía en su esquema el diseño en O-T del mundo:
Y, para acabar, un mapa del mundo escondido en lo más recóndito de la simbología del poder medieval: ¡en las manos mismas de los emperadores!
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