Ir a estudiar a la Barcelona del siglo XIV

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Desde abril de 2018 colaboro en el semanario El3devuit, en su edición en papel, con una columna mensual sobre historia del Penedès. A través de pequeñas píldoras centradas en episodios de la vida cotidiana de la comarca, mi intención es ir trazando relaciones entre las formas de actuar del pasado y de la actualidad. Como creo que son textos con cierto interés más allá del ámbito comarcal, he decidido irlos subiendo para darles mayor difusión. Aquí os dejo la primera (traducida después de la imagen):

Una de las constantes de las mañanas en el Penedès es el tráfico de estudiantes hacia Barcelona. Ya sea en coche, en tren o en bus son muchos los jóvenes que se desplazan hasta la capital catalana para estudiar o, directamente, se mudan allí a vivir durante los años de su formación académica. Un gesto que, pese a haber ganado en intensidad en las últimas décadas, lleva repitiéndose desde hace siglos. Para muestra, un botón:

El 22 de julio del 1333, en el despacho de un notario de Barcelona, un joven de Vilafranca del Penedès firmaba un contrato de aprendizaje. Pere Gener, acompañado de su madre, su cuñado y varios amigos de la familia, se comprometía a entrar como aprendiz del espadero Bernat de Vilandell y a aprender de él el oficio de fabricar espadas. En este acto no le acompañaba su padre, que se nos dice que ha muerto y que podemos suponer, a falta de más datos, que quizás muriera aquel mismo año, durante las hambrunas que asolaron toda Cataluña y que serían recordadas como lo mal any primer. Si fuera así , la escena es cautivadora: el joven que de repente pierde al padre y debe marchar a Barcelona a aprender un oficio, acompañado en su primer día de su madre, del marido de su hermana y de los amigos de la familia. En el taller, Pere Gener aprenderá a fabricar espadas para convertirse así en maestro de su nuevo oficio y ganarse la vida, algún, dia, con los conocimientos aprendidos. Puede que en Barcelona mismo, de vuelta en su Vilafranca natal o en cualquier otro rincón de Cataluña. Quién sabe si en la misma calle de la Espaseria de la ciudad condal, adyacente a la basílica de Santa María del Mar, donde se concentraban los talleres y tiendas de los maestros espaderos y que, todavía hoy, conserva el mismo nombre que entonces.

Y como hoy, también, la formación costaba dinero. Pere dará a su maestro 50 sueldos por los gastos de aprendizaje y, a cambio, será mantenido por él mientras dure la formación. El joven prometía también no fugarse de la casa ni abandonar sus estudios o actuar contra el negocio o los intereses de su maestro.

De contratos como éste la Cataluña medieval está llena y cada uno de ellos nos explica una historia como la de Pere Gener, que nos recuerda que los tiempos, a veces no cambian tanto .

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