¿Sabías que…? (I)

    Tópicos y más tópicos. La Historia está llena de ellos. Entre los historiadores, el cine, las novelas históricas, las manipulaciones políticas del pasado y la máxima “si ahora estamos mal, imagínate entonces…” tenemos un cacao encima de agárrate y no te menees. Y se llega al punto, incluso, de que lo poco que creemos saber de algunos temas no es más que un triste tópico.

    La Edad Media ha sido – y es aún hoy – uno de los campos más fecundos para el surgimiento de los tópicos históricos. Ya lo iremos viendo en siguientes entradas de “¿Sabías que…?” ¿Los motivos? Darían para una entrada bien extensa (que quizá me anime a hacer un día de éstos).

    El calabozo medieval es una de las imágenes mentales más poderosas de la Edad Media. Ya sabéis, esas lúgubres mazmorras infectas, húmedos rincones subterráneos donde languidecen los prisioneros del malvado señor del castillo. Las hemos visto mil veces en el cine, hemos leído los apasionantes rescates del héroe de turno, las hemos recorrido en decenas de videojuegos. Pues bien, ¿sabías que no existieron?

    Lo que la imaginación desbordante del Romanticismo confundió con mazmorras y calabozos en los subterráneos de los castillos era en realidad una cosa mucho más prosaica: almacenes. Lugares para guardar el grano, las provisiones, las riquezas o lo que buenamente se quisiera (algún prisionero atado con una argolla a la pared de piedra incluido, porqué no). La propia etimología de calabozo y mazmorra, los dos vocablos de origen árabe, nos remite a pozos fortificados o silos subterráneos.

    De estos espacios, el morbo y la imaginación hicieron lugares de tortura y sufrimiento, como nos recuerda Régine Pernoud en  A la luz de la Edad Media (Ediciones Juan Granica, 1983, p. 94): “Las fortalezas estaban bien provistas: enormes provisiones de cereales se acumulaban en grandes bodegas, que la leyenda romántica transformó en mazmorras“.

    El calabozo, un producto de la imaginación moderna (Arthur Rackham – 1919)

     

    ¿Curioso, verdad? Poco glamour para uno de los lugares comunes estrella de la cultura medieval.

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