Hablar de realidad, percepción y mentalidad es siempre un asunto complicado pero necesario. Más aún si lo hacemos reflexionando sobre un mundo que, aunque parecido, no es ni mucho menos el nuestro. ¿Podemos llegar a entender los códigos de pensamiento que regían la vida de los europeos de hace doscientos, quinientos o incluso mil años? ¿Estamos legitimados siquiera a intentarlo? ¿O nos deberíamos limitar a entender el pasado solamente como una línea de acontecimientos ordenados en una aséptica progresión hacia adelante?