Desahucios de ayer y hoy
Una de las cosas que suele repetirse sobre la Historia es que es una maestra de vida. La expresión, que sepamos, es de Cicerón, así que no voy a ser yo quien la discuta pero cualquiera que sea el caso lo cierto es que la Historia es ante todo un espejo que nos permite, observándonos desde el pasado, comprendernos en el presente, a través de vernos o no reflejados en los miedos, anhelos, decisiones o acciones de otras épocas y otras realidades.
¿A qué viene todo esto, os estaréis preguntando? Básicamente a que hace un par de días, mientras encontraba tiempo para trabajar – ¡por fin! – de nuevo en la tesis me topé con un documento de 1391 de esos que te teletransporta de finales del siglo XIV a la actualidad más absoluta. Y que, salvando cómo no todas las distancias posibles, nos puede hacer reflexionar sobre muchas cosas. El documento, una carta de Juan I de Aragón al veguer de Barcelona, uno de sus oficiales en la ciudad, dice tal que así:
Vaguer, entès havem que vós, a instigació d’alscuns de casa nostra, sens neguna altra rahó, havets feta exir na Maria, que fon muller d’en Johan de Ffrancia, quondam, coch de nostra cara filla la infanta dona Johana, de l’alberch que ha en la ciutat de Barchinona, denant lo nostre palau manor. Per que si rahó alcuna no·y ha justa, que la dita Maria no deje habitar en lo dit alberch, deym e manam vós que la dita Maria lexets estar e habitar en l’alberch demunt dit, majorment com hajam oyt dir que ha infants e és pobra e miserabla.
Que traducido vendría a decir:
Veguer, nos hemos enterado de que, a instigación de algunos de nuestra casa, sin ninguna otra razón, habéis hecho salir a Maria, que fue mujer del difunto Joan de Francia, cocinero de nuestra querida hija la infanta doña Joana, de la casa que tiene en la ciudad de Barcelona, delante de nuestro palacio menor. Si no hay ninguna razón justa por la cual la dicha Maria no deba habitar en dicha casa, os decimos y mandamos que la dejéis estar y habitar en ella, mayormente como hayamos oído que tiene hijos pequeños y es pobre y miserable.
¿Qué os parece? El rey en persona interviniendo ante sus oficiales para paralizar un desahucio. Que sí, que vale, que tiene cierto truco porque estamos hablando de la viuda de uno de los antiguos cocineros de la infanta, pero lo interesante es ver como, en pleno siglo XIV, la acción política se sitúa por encima de lo que se percibe como injusto, aunque esa injusticia surja de un oficial público o de una razón legal. Se señala, por ejemplo, que María es viuda, con hijos pequeños y es pobre y miserable. Es decir, que no tiene ni dinero ni familiares ni amigos que puedan echarle un cable. Y ante esta situación dramática se actúa aparcando “lo legal” y planteando “lo moral” como la única solución lógica.
Sé que para mucha gente la Edad Media es una época oscura, uno de esos rincones sin ley de la historia de la humanidad. Sabemos – quien se molesta en querer saberlo, claro – que es mentira, que poco hay de cierto en esa imagen y que, en muchos aspectos, es una época de la que podemos extraer reflexiones interesantes a aplicar en nuestro día a día.
Ahora, juguemos. ¿Os imagináis como actuaría el gobierno actual de vuestro país ante este mismo caso? ¿Os lo imagináis dando la orden de paralizar un desahucio por motivos humanitarios en vez de criminalizar a la víctima? ¿Diciendo “quédese usted en su casa y cuide a sus hijos” en lugar de enviar a policías acorazados para que la saquen a rastras? Deprimente, ¿verdad?
Ojalá fuéramos más medievales en ciertas cosas.
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