Cuestión de dignidad
Nueva columna sobre historia del Penedès en el3devuit. Os dejo la traducción después de la imagen.
Dignidad. Al fin y al cabo es una simple cuestión de dignidad. Nada más sencillo y, al mismo tiempo, nada más complicado en los tiempos que corren.
Uno de los temas más mediáticos de este verano ha sido la posible retidada de los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caidos, nuestro horrible mausoleo particular en honor a la barbarie fascista. Para muchos – entre los que me incluyo – esta retirada es una cuestión de dignidad. Pero, aunque necesaria, permitídmelo, es una de las dignidades sencillas. Veamos algunas dignidades más complicadas.
Tres años de golpe de estado y guerra, cuarente años de dictadura y varias décadas de transición vaya usted a saber hacia adónde e los que nunca se ha pedido a los responsables o a los herederos políticos la más mínima autocrítica (ni que fuese fingida) han dejado, literalmente, muchos muertos en los armarios, ya sea en fosas comunes o borrados de la memoria del pais. Podríamos hablar de infinidad de casos particulares, pero no es ésta mi intención. Prefiero hablar de la labor de recuperación de la memoria – la dignidad complicada – en un sentido más general.
Leía hace unas semanas que ha muerto el último piloto republicano que combatió en la guerra. Olvidados, menospreciados, héroes trágicos de una guerra que fue, primero, suya y luego de media Europa, los pilotos republicanos han sufrido, como tantos otros defensores de la República, un ostracismo personal, social y en nuestra memoria colectiva que hubiera hecho falta reparar.
Pero hemos llegado demasiado tarde. Como sociedad, hemos fallado a aquellos que eran hasta hace unos años, unos meses o unas semanas la memoria viva de la lucha contra el horror y el fascismo. Era una cuestión de dignidad, puede que la más necesaria. Y no hemos estado a la altura, más allá de algunos familiares, amigos e historiadores, como David Gesalí Barrera y David Íñiguez Gracia, entidades como la asociación ADAR (Asociación de Aviadores de la República) y algún ayuntamiento concienciado, como el de Santa Margarida i els Monjos. Podéis pensar que eso no es cosa del Penedès, pero haciéndolo, olvidaremos parte de nuestra historia: tierra de campos de aviación, junto con el Alt Camp i la Anoia, fue conocido como el Vesper de la Glorosia, por la cantidad de cazas que despegaban desde estas tierras, como avispas, para combatir el fascismo.
Se saque a Franco o no (cosa que dependerá de las necesidades electorales de Sánchez y no de una voluntad de dignificar la lucha de la Segunda República) parte del mal ya está hecho. La memoria y la dignidad son dos de las armas más poderosas contra el horror y, desgraciadamente, no parecen ser nuestra preocupación más urgente.
Esperemos no echarlas de menos en los próximos años, cuando las volvamos a necesitar.