Cuando el unicornio fue una jarra
Ayer publicaba en el Facebook de Entre Historias esta imagen, junto a una encuesta en la que preguntaba qué era exactamente lo que nos traíamos entre manos:
Las opciones (una pieza de ajedrez, un aguamanil, una hucha, un mechero, un adorno funerario o parte de un tesoro cruzado) eran lo suficientemente dispares para que la respuesta requiriera algo de investigación o, al menos, de suerte. Pues bien, ¿qué es en realidad este objeto? Un aguamanil.
Como la propia palabra indica, un aguamanil (que viene de las palabras latinas aqua y manus) no es más que una jarrita destinada a verter agua, especialmente aquellas que se usaban para lavarse las manos y, por extensión, todas las piezas del juego, como podría ser por ejemplo el cuenco donde se deposita el agua. Los aguamaniles se popularizan en Europa a partir del siglo XII; las cruzadas y su papel como agentes de transmisión cultural tuvieron mucho que ver con la penetración en el continente de un objeto típicamente oriental. Como se puede ver en la imagen, un aguamanil de la Baja Sajonia del siglo XIV, los aguamaniles no tardaron en adaptarse a los gustos de la nobleza caballeresca y a sus necesidades de representación.
Por su forma de fabricación, los aguamaniles son piezas únicas. Hechos normalmente de bronce o latón, se fabricaban a la cera perdida. Es decir, se realizaba un modelo de cera de la pieza y sobre ella se construía un armazón. Acto seguido se metía al fuego y la cera se derretía, dejando un molde en el que se introducía el metal fundido. En el tramo final del proceso el molde resultaba destruido; por ello las piezas fabricadas a la cera perdida son piezas únicas, irrepetibles en cuanto a detalles. Pese a lo que pueda parecer es un proceso costoso y muy técnico, que normalmente implicaba a varios especialistas.
Este ejemplo concreto de aguamanil, además, tiene su historia. Seguro que a estas alturas os lo estaréis preguntando: ¿si era un aguamanil, por donde se llenaba y por donde salía el agua? Porque de agujeros, lo que son agujeros, la figura va escasa. Y es que los dos están ocultos, uno deliberadamente, el otro por los avatares de la historia del propio objeto.
El agua se introducía a través del yelmo del caballero; la parte superior del mismo era móvil y funcionaba como una suerte de tapa que se podía abrir y cerrar. En cuanto al orificio de salida del agua, actualmente no es visible, lo tapa el cuerno que transformó al caballo en unicornio. Si os fijáis, ésta no fue la única modificación que se hizo con el paso de los siglos a la figura: en la diestra del jinete falta la lanza. Seguramente fue reutilizada para crear el fantásico cuerno que adorna la figura.
Felicidades a las dos personas que acertasteis la respuesta y un fuerte abrazo a todos los que os animasteis a participar. ¿Os ha gustado el juego? ¿Os apetece que lo vayamos repitiendo?
Muchas gracias a todos.
Qué chulo! Quiero uno!
Pues imagínatelo sin el cuerno y pudiendo usarlo para lavarte las manos al llegar a casa después de un duro día.
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